Reseña «Manzanas rojas» de Aída del Pozo

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Manzanas Rojas es un compendio de relatos que describen de una manera exquisita las relaciones humanas; su complejidad a través del deseo, del amor prohibido, del sexo y de romper las reglas establecidas.
Vivir intensamente, minuto a minuto, y dejarse llevar…

«Siento el calor de tu piel como una antorcha que prende cada una de mis células y me hace arder. Me besas, muerdes mis labios y yo me pierdo en tu boca, aferrándome a ella como un náufrago lo haría a un tronco a la deriva. Eres mi isla.»

«No era amor lo que juraron a aquella aplicada alumna, ni fue eternidad ni futuro, pues el amor es generoso y no juzga; la eternidad es una utopía que de nada sirve porque en lo finito de la vida está su plenitud; y el futuro es una falacia que impide disfrutar del hoy.»

«Pensaba en lo efímero que es el viaje, el sinsentido que tiene todo, la fragilidad del ser humano, lo poco que nos divertimos, lo mucho que nos amargamos por tonterías. Lo estúpidos que somos.»

Todo sería mucho más fácil si nos dejáramos llevar por las emociones; sensaciones a flor de piel que despiertan nuestros sentidos y hacen aflorar anhelos escondidos en un rincón del alma.
Cada uno de los relatos que encontramos es diferente al anterior y, a su vez, muy parecidos, en el sentido que al final todos necesitamos lo mismo, alguien que nos erice la piel y no haga sentir deseados.
La autora, con una sinceridad arrolladora nos sumerge en diferentes historias de pasión sin límites.

«Su sentido práctico hacía que sintiese miedo a perder su vida, cómoda y rutinaria, lo que llamaba su ‘zona de confort’.»

«Descubrió que los fantasmas no se alquilan ni se ceden y que los demonios de dientes afilados no se donan a quien se ama.»

«Desde entonces, camino y sonrío, incluso cuando recuerdo aquel día. No he vuelto a culparme por lo sucedido, todo lo contrario, si alguna vez lloro, es de alegría al recordar anécdotas, momentos, sonrisas…»

«Una maravillosa delicia en frasco pequeño, como el más fragante de los perfumes.»

Lo que más me ha gustado es que cada historia es diferente a su manera y sobre todo que hay relatos que tienen un final tan sorprendente e impactante que no puedes adentrarte en el siguiente relato hasta haber digerido lo que acabas de leer; en tan solo unas líneas te rompe los esquemas sin apenas darte cuenta con una habilidad sublime.
Para mí eso es magia; jugar con las palabras para conseguir que el lector viva una explosión de sensaciones en carne propia, que consiga adentrarse en tus historias como si las hubiera vivido él mismo. Conseguir que el dolor que expresas le encoja el corazón y las lágrimas broten sin cesar gracias a tus palabras.

«Compartía aquello que sentía con perfiles sin rostro y con nombres falsos, con personas anónimas cubiertas de máscaras, con roles y vidas paralelas a las reales pero con los que había llegado a tener una complicidad difícil de explicar por quienes no se manejan en las redes sociales.»

Las redes sociales, malditas y benditas a partes iguales. No soy muy fan de conocer gente a través de redes sociales, pero he de admitir que a veces, y solo a veces, encuentras a alguien con quien acabas conectando como si le conocieras de verdad.

«Uno, dos, cinco años, la vida entera, ¿quién sabe? Nadie tiene una bola de cristal para ver lo que el futuro va a depararle. Mejor así, ya que la vida se saborea con más intensidad cuando no se sabe nada, cuando no se espera nada, cuando todos los días consigo un pequeño descubrimiento, un sol de domingo»

Cuando encuentras a la persona correcta, esa persona, no queda otra opción que tirarte a la piscina. Porque al final sólo tenemos una vida… y el tiempo pasa inexorable para todos.
La vida en si es un regalo; exprimirla al máximo es casi una obligación.

Sin duda alguna volveré a adentrarme en las letras de esta autora, que ya con el título y portada de este libro llamó mi atención y cuando apenas había leído unas líneas ya me tenía cautivada.

Como siempre, os dejo con las citas finales, las que llegan al alma y pellizcan el corazón.

«Ella, escritora de sueños, usaba la recién descubierta red social para compartir su amor por las palabras encadenadas, por construir historias que llegaran al alma y que la envolvieran con un velo de sutil ternura, que la hicieran volar y descubrir otros mundos, otras vidas paralelas, otras realidades más blancas, más brillantes, más vívidas.»

«Y un halo azul celeste cubrió su cuerpo, un halo que solo ella veía, pero que quien bien la conocía, descubría en su risa, en sus ojos, en sus palabras y en su cuerpo que gritaba.»

«Descubrió también que la amistad, cercana al amor en muchos aspectos, aunque más generosa, si cabe, se viste de sonrisas y no de demonios o culpas.»

Nos vemos en las letras.

SGS

«El libro de las ilusiones» de Paul Auster

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No me cansaré de decirlo. ¡Qué gran descubrimiento está siendo este autor para mí! ¿Por qué empezar con este libro y no con cualquier otro? Quién sabe…Paul Auster es el maestro de las causalidades, así que seguramente todo tenía una razón.

«Mi libro había nacido de una gran pesadumbre, y aunque ahora todo había quedado atrás, el dolor no había desaparecido.»

«Si conservaba la capacidad de reír, es que no estaba completamente insensibilizado. Significaba que el muro que había puesto entre el mundo y yo no era lo bastante grueso para impedir que algo se filtrase.»

«Una y otra vez se sobrepone a sus infortunios y continúa su camino.»

¿Pueden unas citas marcar tanto un alma? David Zimmer arrastra un dolor aterrador que bloquea toda su vida. Él se siente bloqueado, asustado y perdido; eso lo lleva a un bucle de autodestrucción que está a punto de terminar con su vida.

Pero un día cualquiera ocurre algo totalmente inesperado. Contra todo pronóstico algo le hace reír; y aunque pueda parecer algo banal, este hecho le sorprende y le impacta sobremanera. ¡Ha vuelto a sonreír! No todo está perdido, entonces.
Ha sido un actor cómico de cine mudo en la pantalla del televisor. A partir de este momento dedica todo su tiempo a visionar todas sus películas y conocer a la persona detrás del actor del bigote gracioso y el sombrero. Es tan intensa su obsesión que dedica más de un año a escribir un libro sobre este actor tan desconocido, como si al hacerlo reír hubiera contraído una deuda con él.

«Rompió la cáscara que me envolvía, y después se convirtió en mi pretexto para seguir viviendo.»

Zimmer sabe que detrás de cualquier actor hay un hombre de carne y hueso que sufre, siente y padece. Y que detrás de cada historia se esconde parte de una verdad absoluta, parte intrínseca de la persona que crea la historia. Y entonces, leyendo entre líneas, descubre el dolor detrás de la sonrisa y el porqué de todas las acciones que llevó a Hector Mann, el actor, a desaparecer de repente durante décadas.

Dos hombres. Dos historias. Un destino en común.

«Y la mujer que había entrado en aquella cabeza no era una mujer de carne y hueso, sino un espíritu, una criatura nacida de la imaginación del hombre, un ser efímero enviado para servirle de musa.»

Por la vida de Hector Mann habían pasado muchas mujeres; él era un artista del coqueteo. Pero una mujer en concreto marcó su destino, pero no como él creía. Ella sólo le trajo desgracias y todas esas desgracias lo llevaron a encontrar al verdadero amor de su vida en el lugar y momento más insospechado.

Y Zimmer, décadas después, es testigo indirecto de todas sus hazañas y descubre que su obsesión por el actor tenía un porqué; lo llevó a conocer a una mujer que marcará su nuevo destino y que la vida, aunque a menudo no lo parezca, vale la pena vivirla. Una mujer que le enseñará a sonreír y volver a ilusionarse, algo con lo que no contaba ser capaz.

«Gracias por el sueño, David, Alma la fea encontró un hombre que hizo que se sintiera hermosa.»

¿Enamorarse en el momento menos oportuno? ¿Y cuándo es el momento oportuno? El amor aparece como un vendaval que lo arrasa todo, hasta nuestros miedos más secretos. Nos hace sentir llenos de vida; el dolor pasado es un poco menos dolor y descubrimos que una nueva ilusión es posible. Los planes aparecen como una consecuencia lógica, la vida es un cambio constante y, aunque los planes y las promesas no siempre se pueden cumplir, habrá valido la pena vivir cada momento regalado; cada instante compartido.

Avanzar en la vida; dejamos tres o cuatro imágenes de nosotros mismos, diferentes entre sí; las vemos a través de la niebla del pasado, como retratos de nuestras diversas edades.»

Que la vida son dos días… y nos pasamos gran parte de ésta coleccionando recuerdos impresos en papel fotográfico o viéndolas a través de una pantalla. Pero cada vez que miramos hacia atrás nos estamos olvidando de mirar hacia adelante que, a fin de cuentas, será la única manera de avanzar.

En resumen, un libro y un autor que recomiendo sin duda. Una historia de dolor, pero también una historia de superación personal. De la continua lucha que muchas veces mantenemos con nuestro yo interno, que nos estanca y no nos deja seguir adelante. Pero sobre todo, una historia que esconde una gran lección: no hay dolor que no se pueda superar, no hay error que no se pueda enmendar -y si no se puede enmendar hay que saber dejarlo atrás -, y que la vida siempre, siempre, siempre, merece ser vivida.

La vida era un sueño febril, descubrió, y la realidad un universo sin fundamento, un mundo hecho de fantasías y alucinaciones, donde todo lo imaginario se hacía real.»

Espero que os haya gustado y os animéis a conocer a este gran autor.

SGS

Paul Auster y las causalidades

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Paul Auster. Acordaros de este nombre porque vais a verlo mucho por aquí. Me ha pasado algo muy curioso con este autor.
Dos palabras. Nombre y apellido. Hasta hace poco no he sabido nada más sobre este autor. Absolutamente nada, ni el título de sus libros, ni si estaba vivo o no, ni su país de procedencia…nada.

Y aun así siempre he sentido una especie de atracción por él. Cuando iba a una librería, sin pretenderlo, mi vista siempre acababa fijándose en la portada de alguno de sus libros. Pero no una vez, no. Innumerables veces; tantas que hasta me sigue sorprendiendo lo caprichoso que es el destino al ponerme a Paul Auster delante de las narices y no verlo. Porque aunque me sorprendía este hecho, la verdad es que nunca me he molestado en buscar información sobre él o sobre su obra.

Hace poco estuve paseando  y terminé entrando en una librería. ¡Qué novedad! Y encontré muchos de sus libros, más que ninguna otra vez. Y esta vez me fijé en una de sus portadas, la de «El libro de las ilusiones», en as que aparece un personaje con traje, bigote y sombrero. Me pareció graciosa. Y con eso me quedé. Es ésta:

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Poco después vino la semana de Carnaval y, como trabajo en un colegio, me tocó disfrazarme. Tenía que disfrazarme de hombre elegante. ¿Adivináis cómo me disfracé? Exacto, con traje, bigote y sombrero. No, no pienso poner fotos.
Un par de días después ocurrió algo muy curioso y extraño. Alguien me dijo: «Estuve el otro día en una librería y al ver un libro me acordé de ti»; y me enseña la misma portada en la que me inspiré (aunque no me parecía).

¿No es mucha casualidad? Pero ya sabéis, porque lo he repetido hasta la saciedad, que yo no creo en las casualidades… yo creo en las causalidades. Así que al llegar a casa empecé a buscar información sobre Paul Auster. Y cuál fue mi sorpresa al descubrir que le llaman «el maestro de la causalidad». Me chocó tanto este descubrimiento…

Así que seguí indagando y empecé a leer acerca de su obra. Ya estaba. La llama se había encendido. Me hice con una copia de «El libro de las ilusiones», del cual en breve podréis leer la correspondiente reseña. Me impactó su prosa, la historia y la magia escondida en cada cita. Imposible dejar de leer.

Y ahora sé, como lo supe en su día con Isabel Allende, que leeré toda la obra de Paul Auster, un autor con el que me une una misteriosa conexión y sé con certeza que guardaré sus historias para siempre en mi corazón.

SGS

 

«Aunque sea un rato» de Javier Gil y Candela Junco

aunque sea un rato

Debo confesar que esta novela la he disfrutado como pocas. La prueba está en que he marcado en ella más citas de las que acostumbro y he tomado muchas notas durante su lectura. Intuyo que me voy a extender más de la cuenta porque me ha resultado difícil hacer tan solo una pequeña selección de citas.

Aviso a navegantes: esta novela y, por ende, esta reseña (o como la queráis llamar) NO es apta para almas atormentadas por el desamor. Si es tu caso, deja de leer en este preciso momento, ya la leerás si te apetece cuando estés en paz contigo mismo.

Habla del amor, del desamor, de la ruptura física de Mario y Lena y la imposibilidad de dejar atrás los sentimientos. ¿Acaso se pueden dejar atrás los sentimientos? Y de cómo la vida sigue, a pesar de todo. Los acompañamos en su dolor a través de sus pensamientos y del contacto que mantienen a través de mails debido a la distancia impuesta por uno de ellos.

«No había lugar a duelos. Guardó en algún rincón del alma la tristeza de tanta desgracia y se limitó a mirar adelante. Era una superviviente nata.»

«Salvaba trampas de la vida sin un ápice de resignación. Y lo que es más sorprendente, sin una lágrima.»

¿Qué es una ruptura sino la pérdida de un ser querido? Como tal, necesita pasar inevitablemente por las fases del duelo: negación, negociación, depresión, ira y aceptación; sentirnos heridos, frustrados, tristes, enfadados y… en paz.
Es la vida misma la que te enseña a enfrentarte a la adversidad. La que te susurra al oído: «esto es una trampa, de ti depende si quieres caer o mantenerte firme».
La vida, tan cruel a veces, te pone a prueba para ver hasta dónde puedes llegar; para ver dónde está tu límite. El dolor existe… es real. El sufrimiento es una opción.

MARIO

«¿Por qué no avistaste? Al menos tenía derecho a ponerme la coraza a tiempo, a defenderme, a preparar la trinchera, a odiarte…»

«¿Hay algo más especial que esperarla? Creo que no. Ella me quiere. Yo la quiero.»

La esperanza como fuente de motivación. «¿Por qué se fue? ¿Por qué me hace esto?» Son preguntas lógicas que nos hacemos intentando entender a la otra persona pero, ¿nos estaba ella entendiendo al marcharse? Sin apenas darnos opción a remendar nuestros errores, a intentarlo por lo menos, nos quedamos abandonados, solos y destrozados, pensando «¿qué hice mal?».

«Esperando una llamada que no llega. Con esto quiero decirte que me cansé de esperarte. Me cansé de vivir en el pasado.»

«Con esto no quiero que entiendas que nuestra historia de amor me haya resultado repugnante, barata y caducada. Para nada. Simplemente que en los ratos bajos que te amo o que te odio me acuerdo de los años vividos.»

«Probablemente me he cansado de esperar tu vuelta… Necesito, mejor dicho, exijo paz en mi hogar, que me cuiden y llenar los tiempos muertos de mi herida.»

«Siento que aún no he cerrado la caja de Pandora: miedos, rabia, incomprensión, injusticia, tristeza, añoranza…»

«No me sueltes. Aún no.»

¿Qué nos ofrecerá la vida si el amor de nuestra vida se va? ¿Qué nos queda? Nada. La nada absoluta de creer que ya no tiene sentido vivir sin esa persona. Fuimos felices un tiempo que ofrecía una eternidad juntos y nos negamos a aceptar que esa felicidad pueda quedar relegada a rencores y olvidos.
Y es que el amor no queda en el olvido. Los recuerdos, las sensaciones, la felicidad (que tenía fecha de caducidad) quedarán en la caja de Pandora… cerrada. Solo en el momento que seamos capaces de sonreír al recordar el tiempo pasado, seremos capaces de seguir adelante… sea cual sea el camino por el que nos lleve la vida. Nunca antes. Vivir en el recuerdo solo nos lleva a una vida cíclica de rencores eternos.

LENA

«Vengo de un sueño. Tu sueño. Mientras el espejo me grita que no hay maravillas ni cuentos, yo sigo callada.»

«A veces dudo de que sepas quién soy… En realidad no me ves como soy, me ves mucho mejor de lo que soy.»

«Te echo de menos como si mi vida sin mí no fuera posible sin ti, como si fuera incapaz de latir si no estás a mi lado. No me gusta esa sensación de dependencia, de seguir atada a tu proyecto.»

«Tampoco era consciente durante los años contigo que el amor con mayúsculas que nos unía iba mermando sin  pretenderlo mi propia vida.»

«Pero no te diste cuenta, yo tampoco, de que a medida que crecía el amor y tú lo hacías tan perfecto, yo iba diluyéndome, decreciendo y desapareciéndome. Hasta que empecé a sentirme anulada y presionada.»

«Te quiero como jamás he amado a nadie y me odio por no saber crecer a tu lado. Esa es la clave.»

Ninguna relación es fácil, el que diga lo contrario miente. Dos personas desconocidas que se encuentran en el camino; deciden caminar de la mano y deben aprender a crecer como personas y como pareja. Pero es más fácil escribirlo que hacerlo, ¿verdad?
Todos tenemos sueños personales que cumplir y el hecho de tener pareja no debe ser un impedimento.
Hay personas con un carácter dependiente (aunque de entrada no lo parezca), que durante la relación se van dejando llevar por la magia, viviendo intensamente la historia de amor, llegando a crear una actitud de dependencia en relación a la otra persona. Y llega  un día que una chispa aparece y uno se da cuenta que sus sueños quedaron escondidos en la sombra.  De quién fue la culpa? ¿Nuestra, por no  haber sido conscientes hasta ahora? ¿Del otro por querer cuidarnos y protegernos? ¿Cómo cambiar eso? ¿Se puede volver a empezar?

«¿Ha entendido algo de lo que le digo? ¿Tiene sentido seguir escribiéndole cuando ni siquiera se ha parado a leerme?»

«Se llama empatía y te falta. Debo reconocer que me siento defraudada contigo. Te percibo sordo y ciego.»

«Contigo no puedo evolucionar porque eres tú quien cuida de mí, quien me atiende, quien me quiere y quien decide.»

«Soy – era – tu vida, no la mía. Lena no existe en sí misma. No existía. Es sólo la proyección que tú diseñas de lo que quieres que yo sea…  Es simplemente que yo no sé crecer libre a tu lado y que contigo sólo puedo ser tú, o una Lena que depende de ti incluso para las cosas más simples.»

Buscamos culpables por todas partes, razones que justifiquen nuestra conducta y nuestros actos. Queremos pensar que los demás no nos entienden, que no se paran a pensar en nuestros sentimientos pero… ¿no será al contrario? ¿No será que no nos paramos nosotros a pensar en el daño que hacemos a los que queremos?
Es complicado mantener el contacto, del tipo que sea, con alguien que dejamos atrás y que todavía nos duela. Mientras el dolor esté ahí, el contacto no será sano, porque aparecerán los reproches, los odios, las dudas y mil cosas más que tan solo harán que no podamos avanzar  y seguir siento nosotros mismos. Nos atasca en el tiempo.

Dejar ir es la clave. Como si fuera tan fácil, ¿verdad?

Os dejo una canción para acompañar esta lectura.

Como citas finales os dejo, como siempre, las que más me llegan. En este caso no tienen nada que ver con la historia (o sí), sino más bien que tocan una parte de mi alma que todavía sigue doliendo, a pesar del tiempo.

«También estando en un lugar público ya sabes que no lloraré, más bien siempre he sido de esos tipos que lo hace en la intimidad.»

«No te negaré que soñé con conocerte una noche. Eso de hablar de música en una barra de cualquier local con Carlos Goñi ha de ser guay… Antes de despedirnos, hablaríamos de nuestros pasados deportivos como jugadores de baloncesto.«

Confieso que con esta última cita lloré como una niña (será que estoy un poco sensible); porque yo sé de uno que se fue hace mucho tiempo, que si le hubiera escrito una carta a Carlos Goñi, le hubiera dicho exactamente lo mismo. Lástima que no todos los sueños se puedan cumplir.

Espero que os haya gustado mi reflexión, más extensa de la cuenta; pero recordad que ya lo avisé.

SGS

(SIEMPRE) Serás casa en mis bolsillos… de Javier Gil

siempre serás

Hoy os traigo una reseña (o más bien opinión, que ya sabéis que mis reseñas son peculiares, a falta de una palabra mejor) muy especial, ya que es la primera vez que el autor del libro va a leer lo que escribo sobre él; y quieras que no, supone cierta presión. Lo conocí hace apenas unas semanas y al saber que había escrito un libro, se lo pedí. Todo sea que el lunes me dé una colleja…
Anoche tuve la oportunidad de disfrutar de sus poemas a través de su voz, acompañado de Pemi Rovirosa, el guitarrista de Lax’n’Busto. Una gran velada y, aunque él no lo crea, es un gran orador.
Dicho esto…
Empezamos.

Javi (o Xavi, depende del momento) espero que te guste.

BERLÍN

¿Sabes? Debería haberte encontrado antes. Me hubiera ahorrado tantas compañías innecesarias. No es que me arrepienta pero uno siempre va en busca de no sé qué y nos conformamos con poquito. 

Debería de haber hecho tantas cosas por encontrarte que sigo buscándote en todo. En casi todo.

La magia se esconde en cada rincón, en cada lugar especial que queda relegado al olvido. Pero cuando uno la encuentra, es consciente en ese preciso instante de los momentos desperdiciados hasta entonces; que ya nada será igual a partir de ahora y seguiremos buscándola hasta el fin de nuestros días.
Un café especial, un helado compartido, una conversación interrumpida o el párrafo de un libro traerán a nuestra alma pellizcos de un pasado mágico que queremos que vuelva.

RECUERDO CRÓNICO

Las horas, me dolían.
Los pasos que daba, los platos que cocinaba sin nadie a la mesa,
los diálogos sin respuestas, el mundo que giraba… me dolía. 

La manera de cruzar las manos, los labios, el reloj,
la prosa leída, tal vez su nombre, me dolía.
Me dolía tanto que a día de hoy te debo una: sentirte, aún.

El amor todo lo puede, es el desamor el que duele. ¿Cómo pueden apenas tres letras de diferencia, llevarnos de un todo a la nostalgia?
El recuerdo atrae el dolor; o el dolor atrae el recuerdo.
Son las heridas sin cicatrizar las que nos envuelven en esa nostalgia traidora que no nos permite avanzar. Traidora porque en los momentos de debilidad atrae tan sólo los recuerdos bonitos, las sensaciones a flor de piel; la magia en cada mirada, en cada susurro, en cada «estoy aquí».

DOS PALABRAS

En esta oscuridad deambularé por los caminos,
la ciudad me hará héroe de tus deseos,
el amor encajará en esas dos palabras
y seguiré cerrando los ojos.

Se abre la puerta,
te acercas a este rincón.
Me abrazas y noto tu respiración.
«Seguiremos, cariño.»

Seguiremos, cariño.
Seguiremos, siempre.
Hay dos palabras que todos anhelamos escuchar: te quiero. Pero no un «te quiero» cualquiera, no…. ESE te quiero.
El «TE QUIERO» en mayúsculas.El que aprende de errores pasados. El que entiende que perdonar es olvidar. El que acepta y comprende. El que escucha. El que lucha cada día por ser mejor.
Dos palabras: te quiero.

ESTOS MESES

Y sigo andando,
mientras extraño los días
que resbalan por mis canas,
en ellos deambulé
por mi vida junto a ti
a través de viajes que nunca vendrán.

Pasan las semanas, pasan los meses… y la nostalgia sigue ahí. Promesas incumplidas, sueños que ya nunca se harán realidad y la vida va pasando mientras nosotros, convertidos en fantasmas que vagan las calles de nuestra ciudad, nos aferramos a un pasado que va muriendo con el pasar de los días. Cada día más frío, más lejano, más olvidado y a la vez tan presente.

NUEVOS AMORES

El nuevo amor que asaltó mi casa, mis costumbres,  mis puños cerrados de antigua metralla o la magia contenida,
hace de mí un hombre nuevo, menos intenso que el anterior.
Su respiración es sinónimo de bondad, mejor dicho, de paz.

Ese nuevo amor es culpable de tener un código secreto y de enseñarme otros mundos, otra vida.

Se acabaron los viajes de vuelta, los andenes amargos
y que nadie te conteste al otro lado del teléfono.

Un nuevo amor es posible, aunque no lo creamos. Hemos sufrido tanto por amor, que volver a empezar resulta agotador y asusta.
Asusta porque romperá nuestros esquemas, nuestros prejuicios.
¿Y si puedo volver a ser feliz? ¿Y si esta vez funciona? ¿Y si…?
Cuántos «y si…» nos impiden avanzar… Pero el amor es un salto al vacío sin paracaídas, es atreverse, es… una nueva oportunidad.

A DECIR VERDAD

A decir verdad, tu vida debería haber transcurrido conmigo,
con mis trampas, mi inseguridad y mis obligaciones.
Viajábamos sin importarnos el destino,
lo importante era la razón de las conquistas.

A decir verdad… a veces el amor todo lo puede, pero
A decir verdad… a veces el amor no es suficiente.
A decir verdad… a veces hay que saber dejar ir.
A decir verdad… a veces hay que guardar el recuerdo para que no nos destruya.
A decir verdad… a veces el amor puede ser fácil  y complicado a la vez.

Y como música y poesía van de la mano, os dejo una canción del grupo Revólver (tan especial para mí) para que os dejéis llevar por su música y su letra:

Y como siempre, dos citas finales… mis favoritas. Las que pellizcan mi alma al leerlas, porque no todos los amores son románticos y hay amores que se van para nunca volver.

La despedida fue nuestro mundo
invocada en los versos de tu libro.
Siempre me encontrarás
en las promesas que nos hacíamos.
Todo y nada.

Te juro que hubiera
silenciado hasta el fin de mis complejos,
hubiera suspirado a quemarropa.
Recuérdame. Somos un beso de contrabando.
Volveremos.

SGS

«El cuento número trece» de Diane Setterfield

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Encontré esta novela por pura casualidad; estaba buscando algo totalmente diferente a ella pero simplemente ella vino a mí. Apareció y en nada estaba inmersa en sus páginas. Una lectura sencilla, pero increíblemente adictiva; no podía dejar de leer, a pesar de que la historia en sí es simple y, exceptuando algún que otro giro inesperado, en general resulta bastante previsible.

Pero es la atmósfera que crea la autora, su singular pluma y su forma de describir los sentimientos de los personajes, lo que hace que uno no pueda dejar de leer y llegue a sentir pena al ver que la historia llega a su final.

Una antigua librería, un pueblo donde todo el mundo se conoce y una casa encantada son las localizaciones. Una escritora de éxito que esconde un secreto y una biógrafa apasionada por las historias son sus personajes principales. Y un amor desmesurado como telón de fondo hacen de esta novela una pequeña gran historia, pero… ¿todos los amores son románticos?

¿Qué mejora manera de conocer a alguien que a través de sus palabras?

«La intención del escritor, sus pensamientos, sus titubeos, sus deseos y su significado. Puedes leer con la misma claridad que si fueras la vela que alumbra el papel mientras la pluma se desliza por él.»

«Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros. Se enredan en nuestros brazos como tela de araña y en cuanto estamos tan embelesados que no podemos movernos, nos perforan la piel, se infiltran en la sangre, adormecen el pensamiento. Y ya dentro de nosotros ejercen su magia.»

«Quizá las emociones tengan olor o sabor, quizá las transmitamos sin saberlo, mediante vibraciones en el aire.»

La palabra es emoción. La palabra es reflejo del ser; la esencia misma de un alma. Y es a través de las palabras, donde uno puede expresar sin miedo todo su sentir, su pasión, sus miedos escondidos y sus anhelos más profundos.

Al adentrarnos en el escrito de alguien, nos estamos adentrando en su yo más íntimo; pues tras cada palabra, tras cada línea, tras cada párrafo, habrá algo que forme parte de su pasado, de su presente o de su futuro. Su parte más íntima, su lenguaje más personal y su voz transformada en tinta.

Escudo invisible; barrera protectora imposible de romper

«Cuando el miedo y el frío hacen de ti una estatua en tu propia cama, no ansías que la verdad pura y dura acuda en tu auxilio. Lo que necesitas es el mullido consuelo de un relato.»

«Observé su caparazón, maravillada ante la imposibilidad de saber qué estaba pasando bajo la superficie.»

«Era amor y era pérdida. ¿Pues qué otro dolor podía provocar esa exclamación salvo la pérdida de un ser querido?

A menudo nos mostramos a los demás como seres estáticos; nos avergüenza muchas veces que el resto del mundo sepa que hemos sido heridos y que a veces el dolor nos desborda. ¿Pero no es acaso el dolor una forma más de sentirnos vivos? Saber que sentimos, que no somos de piedra; pues si el dolor es capaz de hacernos sentir vivos… qué no hará el amor.

Ganemos o perdamos; disfrutemos o suframos… el sentimiento puro es vida y la vida una meta es. Sin escenas azucaradas; sin migajas de una historia.

Vida.

Y vida es dejarnos conocer; no ser meros personajes secundarios.

Historias silenciadas que no dejan aflorar el dolor

«El silencio no es el entorno natural para las historias… Las historias necesitan palabras. Sin ellas palidecen, enferman y mueren. Y luego te persiguen.»

«El destino, al principio tan comprensivo, tan razonable, tan dispuesto a negociar, terminaba imponiendo una cruel venganza.»

«Eran dos seres mutilados, mas no les faltaba un miembro, sino el alma.»

«La conexión que se había roto sanó, pero como todas las heridas que sanan, dejó una cicatriz.»

Y toda historia debe ser contada. Existió. Fue. Y por tanto es merecedora de ser parte del lector; fiel desconocido que irrumpe en las letras del escritor a escondidas, lápiz en mano en busca de la cita que marcará para recordar que un día ese escritor también le hizo sentir.

Historias que hablarán de amores imposibles, de amistades que se rompieron, de damas en apuras que esperan a su ansiado príncipe, de heroínas que no necesitan un príncipe o de príncipes que no quieren princesas.

Historias de aventuras, de misterios que nadie se atrevió a investigar, de asesinatos sin razón de ser a la espera de un detective que encuentre la pista que le llevará dar con el asesino.

Historias reales basadas en épocas lejanas, que nos hacen recordar que todo llega y todo pasa; que la vida es una rueda y lo que se fue, tarde o temprano, volverá. En esta o en otra vida.

Hay tantas historias escondidas esperando a ser descubiertas…

Citas finales

«Siempre he sido lectora, en todas las etapas de mi vida he leído y nunca ha habido un momento en que leer no fuera mi mayor dicha.»

«Hay veces en que el rostro y el cuerpo humanos pueden expresar los anhelos del corazón con tanta precisión que, como dicen, puedes leerlos como si fueran un libro.»

«Todos tenemos nuestras aflicciones, y si bien el perfil, el peso y el tamaño del dolor son diferentes para cada persona, el color del dolor es el mismo para todos.»

 

 

 

Misión Olvido…

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Antes de entrar a escribir la entrada en sí, quería recordaros que yo no  hago reseñas al uso. Con esto me refiero a que no pretendo escribir sobre los libros que leo de manera profesional; mis opiniones sobre lo que leo están basadas en las citas que encuentro entre las páginas y las emociones o recuerdos que en mí despiertan. Dicho esto, esta es mi opinión…

«Misión Olvido». Cada vez que leía este título daba por hecho que faltaban dos puntos entre las dos palabras. Misión: olvido. Olvidar. Dejar el pasado atrás y avanzar, tan sencillo y vital como eso. María Dueñas, una vez más, me enamora con su forma tan personal de escribir. La historia en sí es simple: chica huye dejando su vida atrás; chica conoce gente nueva; chica conoce chico. Fácil. Sencillo. Y aun así esconde grandes citas cargadas de dolor, verdad y realidad. Porque la verdad es que muchas veces completos desconocidos se convierten en tu familia, esa que no escoges, pero es muy importante. Gente que nos vamos encontrando por el camino y son esas personas a las que acudimos cuando caemos; las que están sin que lo pidas. Personas imprescindibles en tu vida y que no quieres que se vayan jamás.

«Estar» no debe ser un verbo imperativo

«Llevaba todo el dolor del mundo en las entrañas, pero no soltó ni una lágrima. No quedaba ya ninguna en sus ojos secos y exhaustos.»

«Por primera vez en mi vida fui consciente de lo frágiles que son en realidad las cosas que creemos permanentes, de la facilidad con la que lo estable se resquebraja.»

«Quizá no estaba tan sola como creía. Quizá la solución pasaba por llenar mi vida con otros afectos en vez de seguir lamentando los perdidos.»

«El afecto no es un plus cuantificable; sino una cuestión del todo personal.»

«La madurez emocional no es una obligación moral ni un sentimiento que nazca de la reflexión. Es algo que cuando llega, llega.»

A menudo creemos que estamos solos. Que nuestro dolor no debe ser compartido; éste debe permanecer dentro nuestro sin salir para no herir a los que nos quieren. Para que no se preocupen por nosotros. Pero detrás de un «estoy bien» alguien que te quiere adivinará que no es del todo cierto; adivinará que es el momento de estar. Y estar no debe ser nunca una obligación. Estar es una mano en el hombro, una llamada inesperada para hacerte sonreír o para escucharte, un «quiero verte ahora porque sé que lo necesitas». No es cierto que estemos solos; es sólo lo que nos decimos cuando alguien que creemos que estará no lo hace. Cuestión de perspectiva.

Avanzar

«Enfrentada a la adversidad de unas circunstancias que, a pesar de su dureza, no me lograron abatir. Me rozaron y me  hirieron, pero no me tumbaron.»

«Fui yo quien se cerró en banda, quien se negó a cualquier forma de contacto.»

«Apliqué, no obstante, una regla de oro para cualquier buen profesor: dejar los asuntos personales en el pasillo. Después, como el actor que entra en escena, echar a andar.»

«Pero jamás dudó: embaló los sentimientos junto con las emociones y las estampas de sus años jóvenes, los amarró con nudos bien apretados para que ninguno se le escapara y los almacenó en la trastienda del pensamiento.»

Porque la mejor manera de avanzar es dejar ir. La adversidad se enfrenta. La tristeza se supera. El dolor se esconde y uno mira hacia adelante. Los sentimientos negativos se obvian y se repelen como si fueran la peste.

Como a las personas. Las que están sin que lo pidas, que se queden. Las que no están nunca cuando lo necesitas, son prescindibles. Hay un momento en la vida que uno no necesita compañeros de cervezas, necesita personas al lado. Personas. No colegas.

D. Carter. Cuando un desconocido deja de serlo y es el único que se atreve a hablar con franqueza y te abre los ojos. 

«Al contrario de lo que hasta entonces pensaba, exponer mi vida ante un extraño había resultado un tanto liberador. Quizá porque, a pesar de todo, mi fuerza cada vez iba a más. Quizá porque aquel extraño lo era cada vez menos.»

«Porque a las cosas hay que darles siempre su final, aunque sea doloroso. No es bueno dejar heridas abiertas. El tiempo lo cura todo, pero antes es conveniente reconciliarse con lo que uno ha dejado atrás.»

«Después haz lo que te parezca más conveniente: échame de tu casa y de tu vida, ódiame, olvídame, perdóname o haz lo que tú creas que tengas que hacer. Pero primero debes escucharme para entender.»

«Ya te dije ayer que hace mucho tiempo que dejé de vivir aferrado a la nostalgia de lo perdido; tengo bien delimitadas las fronteras entre el hoy y el ayer.»

«Ahora sólo podemos mirar hacia adelante, no hay manera de volver atrás. Por eso te pido que pongamos el contador a cero. Que arranquemos sin rencores otra vez.»

A veces encontramos en la compañía más inesperada, en un completo desconocido, el consuelo y el consejo necesarios para mirar hacia adelante. Una palabra concreta en el momento oportuno harán que ese desconocido te mire a los ojos y te diga: «avanza de una vez; no te estanques, así no vas por buen camino» y te ayuda a caminar, te lleva, te acompaña y te sigue.

Es curioso cómo muchas veces nos es más fácil hablar con un desconocido que con alguien que conocemos de toda la vida. ¿Por qué será? Puede que porque podemos mostrarnos sin máscaras, sólo nosotros ante alguien más.

Pero todo en esta vida se rompe… los vínculos también. No serían tan fuertes en realidad; solo una sombra de lo imaginado.

Y como siempre, os dejo las citas finales, las que cuando las leo pellizcan mi alma, mis recuerdos y mis sentimientos.

«A pesar de lo que el pasado nos haya hecho sufrir, tenemos muchas cosas por las que expresar nuestra gratitud.»

«Te dije que a las cosas hay que darles siempre el final que necesitan aunque resulte desolador, para que todo termine curándose sin dejar cicatrices. Si yo hubiera sido capaz de hacerlo en su día, me habría ahorrado años de angustia.»

«Cuesta lo que no está escrito y nada vuelve a ser nunca lo mismo, pero al final, y sé de lo que hablo, llega la reconstrucción. Te vuelves a abrir a la vida, avanzas, progresas.»

«He escrito sobre mi vida, por ejemplo. En la soledad de muchas noches he rascado a fondo en mi memoria, he reflexionado y he puesto en orden un montón de recuerdos míos.»

Esta última reflexión, en concreto, podría haberla escrito yo. Escribí sobre mi vida y, aunque nadie vaya a leerlo, me permitió poner perspectiva a mi vida. Los dolores se quedan atrás. La vida avanza y no podemos quedarnos estancados en el pasado.

SGS

Las noches blancas… de Fiódor Dostoyevski

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«¡Qué ilusa! ¡Te has dejado engañar! ¡Cómo me has llevado a tu terreno con hermosas palabras para llenar de desazón mi noche, Dostoyevski!» Este fue mi pensamiento cuando anoche, sobre la una de la madrugada terminé este relato que aparentaba tan conmovedor y cómo me tumbé en la cama sin poder dormir reflexionando sobre lo que acababa de leer. Os voy a contar un secreto…. Queridos, los cuentos de hadas no existen y los finales felices raramente se dan en almas atormentadas por el desamor.

Las noches blancas, relato breve escrito en 1848 por Fiódor Dostoyevski. He aquí el fragmento de la sinopsis que llamó mi atención:

«Entre ambos pronto surge un vínculo que los lleva a hablar de sus vidas y genera en el joven soñador una gran admiración que lo lleva a descubrirse como un hombre enamorado de forma platónica, pese a tener en claro que su flamante amiga está a la espera del hombre a quien ama, quien, tras rechazarle la propuesta de casamiento y permanecer ausente durante un año por motivos laborales, ha prometido regresar e ir a su encuentro.»

Dos personajes: el soñador y Nastenka. ¿Conseguirá el soñador encontrar a la mujer con la que sueña desde siempre? ¿Se hará realidad su sueño? ¿Regresará el ansiado amado en busca de Nastenka? ¿Podrán dos almas afines ayudarse mutuamente mientras esperan el final feliz soñado? ¿Y si sus caminos se habían cruzado porque se necesitaban? Y empecé a leer…cayendo irremediablemente en el engaño.

» -¡Historia! – exclamé sobrecogido -. ¡Historia! ¿Pero quién le ha dicho que tengo historia?

– Puesto que ha vivido usted, ¿cómo no va a tener historia?»

Alguien me dijo una vez que todos somos contadores de historia. Vivimos. Y por lo tanto tenemos algo que contar: nuestra historia. En ella encontraremos lo que somos, ya que nuestro carácter y forma de vivir y sentir son forjados siempre a través de la experiencias vividas. Puede que no sea una historia de novela, pero será una historia siempre digna de contar.

«- Ahora bien, todos los días sueño con que por fin voy a encontrar a alguien. ¡Si supiera usted cuántas veces he estado enamorado de esa manera…Con nadie, con un ideal, con la mujer con la que se sueña.»

«¿Querrá usted creer al mirarle – querida Nastenka -, que nunca (el soñador) ha conocido de verdad a la que tanto ama en sus sueños desenfrenados? ¿Es posible que tan sólo la haya visto en sus quimeras seductoras, que esta pasión no sea sino un sueño?»

Descubrimos al principio del relato que el soñador sin nombre no ha conocido jamás a ninguna mujer, así que la mujer de la que cree estar enamorado no es que no exista, es que no la conoce. La sueña, la moldea como la mujer impresionante y perfecta que desea y vaga sin rumbo en su busca. Se siente incomprendido por el mundo y entonces aparece Nastenka, un alma que parece entenderlo, que escucha su historia admirando ese sentimiento abrumador. Pero…¿y si se hubiera equivocado? ¿Y si Nastenka no fuera tan solo una confidente? ¿Y si pudiera convertirse en ella? ¿Y si pudiera conformarse?

Pero entonces ella le cuenta su propia historia, también de un desamor idealizado…

«No puedo condenarle por no haber logrado hacerme dueña de su corazón. Así lo habrá querido el destino.»

«Me ha agraviado y me ha lastimado el corazón. No… no le quiero, porque sólo se puede querer lo que es generoso, lo que es comprensivo, lo que es noble.»

«Si de veras se compadece usted de mí, si no quiere dejarme sola en mi desgracia, sin consuelo, sin esperanza, si promete amarme siempre como ahora me ama, en ese caso le juro que la gratitud…que mi cariño acabará siendo digno del suyo… ¿me cogerá usted de la mano ahora?»

Encuentro en Nastenka a otro personaje femenino con el que no puedo identificarme. Ella necesita un héroe que la rescate de una vida de tristeza, que la cuide, la proteja e incluso que la compadezca. ¿Pero cómo puede la compasión formar parte del amor? Al verse sola, al ver que su amado no regresa decide conformarse con ese desconocido que le ofrece su corazón por pena, por no sentir la soledad que le envuelve y es feliz pensando que quizás el tiempo hará que pueda amarle. ¿Cómo podrán competir ambos con un amor idealizado?

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Teniendo en cuenta que el final me dejó un sabor muy amargo, puedo deciros que la historia en sí me cautivó, como solo una historia triste puede hacerlo.

Escrito con un lenguaje exquisito y una manera de expresarse tan personal y sublime, Dostoyevski nos embriaga con esta historia de amores imposibles, de almas que vagan tristes sin rumbo fijo, buscando anhelantes a alguien que les haga sentir comprendidos…pero a veces sentirse queridos requiere un precio demasiado caro.

¿Lo recomiendo? Depende. Si eres un alma atormentada mejor que no; si eres alguien a quien el dolor ajeno le cala…tampoco. Pero si no eres nada de eso, si eres tan solo un lector ávido de historias conmovedoras – aunque sean tristes – te lo recomiendo sinceramente.

Os dejo, como siempre, con dos citas finales, que hacen imposible no reflexionar sobre ellas:

«¿Y para qué sirve la fantasía cuando uno está triste? Acaba uno por cansarse y siente que esa inagotable fantasía se agota con el esfuerzo constante por avivarla. .»

«¿Quién sabe si quizás todo el amor mío no fue más que un engaño de los sentidos, de la fantasía?» Esta cita en concreto se la preguntan a sí mismos ambos personajes.

«Lo que oye usted es que en esos rincones viven unas gentes extrañas: los soñadores. El soñador – si se quiere una definición más precisa – no es un hombre, ¿sabe usted?, sino una criatura de género neutro. Por lo común se instala en algún rincón inaccesible, como si se escondiera del mundo cotidiano.»

SGS