Manzanas Rojas es un compendio de relatos que describen de una manera exquisita las relaciones humanas; su complejidad a través del deseo, del amor prohibido, del sexo y de romper las reglas establecidas.
Vivir intensamente, minuto a minuto, y dejarse llevar…
«Siento el calor de tu piel como una antorcha que prende cada una de mis células y me hace arder. Me besas, muerdes mis labios y yo me pierdo en tu boca, aferrándome a ella como un náufrago lo haría a un tronco a la deriva. Eres mi isla.»
«No era amor lo que juraron a aquella aplicada alumna, ni fue eternidad ni futuro, pues el amor es generoso y no juzga; la eternidad es una utopía que de nada sirve porque en lo finito de la vida está su plenitud; y el futuro es una falacia que impide disfrutar del hoy.»
«Pensaba en lo efímero que es el viaje, el sinsentido que tiene todo, la fragilidad del ser humano, lo poco que nos divertimos, lo mucho que nos amargamos por tonterías. Lo estúpidos que somos.»
Todo sería mucho más fácil si nos dejáramos llevar por las emociones; sensaciones a flor de piel que despiertan nuestros sentidos y hacen aflorar anhelos escondidos en un rincón del alma.
Cada uno de los relatos que encontramos es diferente al anterior y, a su vez, muy parecidos, en el sentido que al final todos necesitamos lo mismo, alguien que nos erice la piel y no haga sentir deseados.
La autora, con una sinceridad arrolladora nos sumerge en diferentes historias de pasión sin límites.
«Su sentido práctico hacía que sintiese miedo a perder su vida, cómoda y rutinaria, lo que llamaba su ‘zona de confort’.»
«Descubrió que los fantasmas no se alquilan ni se ceden y que los demonios de dientes afilados no se donan a quien se ama.»
«Desde entonces, camino y sonrío, incluso cuando recuerdo aquel día. No he vuelto a culparme por lo sucedido, todo lo contrario, si alguna vez lloro, es de alegría al recordar anécdotas, momentos, sonrisas…»
«Una maravillosa delicia en frasco pequeño, como el más fragante de los perfumes.»
Lo que más me ha gustado es que cada historia es diferente a su manera y sobre todo que hay relatos que tienen un final tan sorprendente e impactante que no puedes adentrarte en el siguiente relato hasta haber digerido lo que acabas de leer; en tan solo unas líneas te rompe los esquemas sin apenas darte cuenta con una habilidad sublime.
Para mí eso es magia; jugar con las palabras para conseguir que el lector viva una explosión de sensaciones en carne propia, que consiga adentrarse en tus historias como si las hubiera vivido él mismo. Conseguir que el dolor que expresas le encoja el corazón y las lágrimas broten sin cesar gracias a tus palabras.
«Compartía aquello que sentía con perfiles sin rostro y con nombres falsos, con personas anónimas cubiertas de máscaras, con roles y vidas paralelas a las reales pero con los que había llegado a tener una complicidad difícil de explicar por quienes no se manejan en las redes sociales.»
Las redes sociales, malditas y benditas a partes iguales. No soy muy fan de conocer gente a través de redes sociales, pero he de admitir que a veces, y solo a veces, encuentras a alguien con quien acabas conectando como si le conocieras de verdad.
«Uno, dos, cinco años, la vida entera, ¿quién sabe? Nadie tiene una bola de cristal para ver lo que el futuro va a depararle. Mejor así, ya que la vida se saborea con más intensidad cuando no se sabe nada, cuando no se espera nada, cuando todos los días consigo un pequeño descubrimiento, un sol de domingo»
Cuando encuentras a la persona correcta, esa persona, no queda otra opción que tirarte a la piscina. Porque al final sólo tenemos una vida… y el tiempo pasa inexorable para todos.
La vida en si es un regalo; exprimirla al máximo es casi una obligación.
Sin duda alguna volveré a adentrarme en las letras de esta autora, que ya con el título y portada de este libro llamó mi atención y cuando apenas había leído unas líneas ya me tenía cautivada.
Como siempre, os dejo con las citas finales, las que llegan al alma y pellizcan el corazón.
«Ella, escritora de sueños, usaba la recién descubierta red social para compartir su amor por las palabras encadenadas, por construir historias que llegaran al alma y que la envolvieran con un velo de sutil ternura, que la hicieran volar y descubrir otros mundos, otras vidas paralelas, otras realidades más blancas, más brillantes, más vívidas.»
«Y un halo azul celeste cubrió su cuerpo, un halo que solo ella veía, pero que quien bien la conocía, descubría en su risa, en sus ojos, en sus palabras y en su cuerpo que gritaba.»
«Descubrió también que la amistad, cercana al amor en muchos aspectos, aunque más generosa, si cabe, se viste de sonrisas y no de demonios o culpas.»
Nos vemos en las letras.
SGS
Debe estar conectado para enviar un comentario.