Barcelona

Barcelona

Tristeza. Pena. Dolor.
Barcelona lloraba el pasado jueves rota de espanto. Todavía llora.
Hoy no, pero Barcelona volverá a ser la ciudad de los cafés, los libros, los reencuentros, los paseos por sus calles y las charlas interminables.
Llora hoy, bonita, pero vuelve a ser nuestra Barcelona de siempre.
No podrán contigo. No podrán con nosotros.
Volveremos a pasear por tus calles sin miedo.
Llora hoy y sonríe mañana.

Hoy, más que nunca, Barcelona es única.
Es magia. Es fuerza.
Hoy, más que nunca, Barcelona grita:
¡no tengo miedo!

Es curioso lo que pasa por la cabeza cuando te enteras de algo así.
Ese momento.

Ese momento en que estás viendo las primeras imágenes y, egoístamente, piensas en personas que aprecias y que sabes que están por esas calles a menudo.
Coges el móvil temblando y empiezas a escribir mensajes, sin parecer demasiado preocupada, por si tu actitud es demasiado exagerada en ese momento, pues la probabilidad de que esas personas estén allí en ese momento es mínima.
Pero aún así… aún así necesitas saber.
Escribes los mensajes y le das a «enviar». Los minutos hasta que contestan son pocos… pero se hacen eternos, y dan paso a una pequeña sensación de alivio, que queda empañada cuando sigues viendo imágenes en televisión y eres consciente de la cantidad de vidas que se han destrozado en un segundo.

¡Cuánto dolor!

Tú también recibes mensajes. Gente que te pregunta «¿estás bien?», porque al enterarse de lo ocurrido han pensado que quizás ese día estuvieras en Barcelona, paseando por sus calles como tantas otras veces.
Y contestas deprisa un «estoy bien», sabiendo que harás sonreír a la persona que reciba ese mensaje.

Porque en la vida, al final, lo que importa es eso: un «¿estás bien?»; «sí, estoy bien».

Nada más. Nada menos.
Cinco palabras que lo dicen todo.

Barcelona volverá a sonreír.
Hoy, ahora y siempre.

SGS