Me gusta…

image

Me gusta la gente que te regala una caja de bombones sólo porque sabe que no estás en tu mejor momento.

Me gusta la gente auténtica; la que no tiene que disimular ni hacer ver que es de otra manera cuando está contigo, que viene de frente y sin miedo.

Me gusta la gente que dice «estoy aquí» y lo cumple.

Me gusta la gente que te sorprende; que viene a verte si sabe que tú no puedes desplazarte.

Me gusta la gente que intenta que sonrías, aunque te cueste un mundo entero hacerlo.

Me gusta la gente que acepta que uno no siempre es una sonrisa constante; que también tenemos días malos y, aun así, te cuida y te mima.

Me gusta la gente que te llama, te pregunta y te cuida cuando estás mal; y no esperan a que estés bien para verte.

Me gusta este tipo de gente.

Ojo, no encontrarás mucha gente así en tu vida. Se podrán contar con los dedos de una mano. Y son a este tipo de personas a las que debes hacer lo imposible por intentar mantener a tu lado. A los que deberás cuidar, mimar y querer. Porque no todo el mundo está a la altura cuando estamos en nuestras horas bajas.

SGS

«Plasmar por escrito lo bueno y lo malo…»

 

descarga (24)

Qué cosas tiene la vida… Hace días que tengo «mono» de escribir; pero como no estoy especialmente en mi mejor momento no quería hacerlo, porque ya sabía de antemano que lo que saliera no iba a ser precisamente agradable. Y no soy propensa a desahogarme cuando estoy mal; normalmente nadie suele enterarse, o suelen enterarse cuando todo ya ha pasado. Mal hecho, porque siempre le digo a la gente que quiero que me llamen cuando me necesiten, cuando yo no lo hago nunca… si es que soy un desastre.

Lo que decía, qué cosas tiene la vida… Leo apenas hace un momento en un blog  «plasmar por escrito lo bueno y lo malo»; y me ha marcado, debo confesarlo. Si el hecho de escribir es un desahogo, la parte mala también entra en el «paquete»; así que lo siento, esta no es una entrada agradable. Intentaré compensar en las próximas. Esta va a ser una especie de entrada/terapia; quiero pensar que al darle al botón de publicar sentiré algo de alivio al soltarlo.

Mensaje de hace apenas una hora de alguien que me conoce muy bien: «Tienes que estar muy muy jodida para quedarte en casa un día como hoy». Respuesta: «Corramos un tupido velo. Estoy bien». ¡Qué mentira más gorda!

Es Sant Jordi, podemos decir que es mi «día favorito» del año, en el que suelo ir a Barcelona, pasear, comprar algún libro, disfrutar de la magia de sus calles y, con un poco de suerte, que algún autor me firme un libro. Siempre lo disfruto. Siempre. Menos hoy, que me he quedado en casa descansando. Y estoy de descansar hasta las narices. ¡Pues no te queda nada, bonita! Esto acaba de empezar.

Y es que, palabras textuales del médico, «el proceso va a ser lento, largo y doloroso». No hay solución para lo que tengo, conviviré con ello toda la vida; pero tengo que luchar – y luchar mucho – para conseguir que el dolor remita y pueda llevar una vida normal.

Mis noches son ahora eternas y dolorosas, a pesar de la medicación. He estado unos días de baja y ha sido peor; he descubierto que trabajar me hace no pensar en el dolor físico, así que puedo sentirme afortunada. Mis días ahora están llenos de citas con diferentes médicos y especialistas, quién me lo iba a decir.

El osteópata – un cachondo – me dijo que nos íbamos a hacer grandes amigos, a lo que respondí: «bueno, no muchos hombres pueden decir que se han subido encima mío estando yo en ropa interior el primer día que los conozco».

Por cierto, ¿habéis hecho alguna vez una sesión con un osteópata? Porque yo era la primera vez… y tela marinera. Yo iba con otra idea, porque lo cierto es que yo pensaba que me harían una sesión de fisioterapia. Llamé, expliqué mi caso y pedí hora y me extrañó mucho cuando la chica me dijo: «mejor te ponemos una sesión con Dani»; y pensé para mí «¿y qué más da quién me dé una sesión de fisioterapia? si total son cuatro máquinas con corrientes y un masaje…». Pues nada, para allí que fui con mi incertidumbre; y al llegar ya vi que no iba a ser un masaje, porque me pasó a una sala aparte.

¿Sabéis cuando en las películas matan a alguien girándole el cuello? Pues así me sentí yo. Pensaba… «vale, o me arregla o muero directamente». Y sino cuando se subió encima mío en la camilla y me crujió todas las vértebras de la columna  una por una… que no duele, pero da una grima que no os podéis imaginar.

Y al final de la sesión pasó algo muy curioso. No soy de las que cree en horóscopos, energías negativas, chacras y esas cosas; pero hizo algo que todavía no logro entender. Me tumbé boca arriba; él posó una mano en el foco del dolor y otra justo en la parte superior, se quedó quieto sin hacer nada y dijo: «cuando no sientas dolor avisa»…  y tras quince minutos así, en silencio los dos y sin hacer nada, para mi sorpresa, el dolor desapareció por unas horas. Sentí paz. Y no hay nada que yo pueda hacer para agradecerle las horas de paz que me regaló; y por primera vez en mucho tiempo pude dormir toda la noche del tirón.

Así que sí, el proceso va a ser lento, largo y doloroso; pero sé que voy a estar muy acompañada por grandes profesionales que me ayudarán, pero sobre todo voy a estar muy acompañada por toda la gente que me quiere.

Yo no estoy acostumbrada a caer. Bueno, a caer sí; lo que no estoy es acostumbrada a derrumbarme, a perder el control. A llorar desconsolada por no saber qué hacer. Y eso me desestabiliza porque no sé lidiar con esta sensación. Suelo ser una piedra, o por lo menos suelo mostrarme así, no me gusta que se me vea vulnerable. Pero como dicen: «Caer está permitido. Levantarse es obligatorio.»

Así que sólo me queda decir una cosa: a los que me enviáis mensajes de ánimo, a los que me llamáis para ver cómo estoy, a los que me llamáis para hacerme reír y, en general, a todos los que estáis ahí….

GRACIAS.

SGS

Tan solo puedo dar las gracias por tanto amor…

descarga (22)

Tengo que reconocer que a veces se me olvida lo afortunada que soy; aunque creo que a veces se nos olvida un poco a todos. Me he sentido tan acompañada y querida estos días, que solo puedo dar las gracias por tanto cariño.

Han sido dos semanas muy duras, por lo inesperado de la situación. Porque caer nunca es fácil y cuando tu cuerpo no responde… desesperas, lloras e imploras que todo termine. Que el dolor físico que te impide levantarte termine ya, que no aguantas más, que ni todos los calmantes del mundo logran que sientas algo de alivio y ni siquiera puedes dormir más de dos horas seguidas. Un médico, otro médico, un fisioterapeuta, un osteópata… todos dicen que tengas paciencia, que el dolor cesará pronto, sólo queda esperar. Es fácil decirlo, pero vivirlo… ya no tanto. Y sientes impotencia porque lo único que está en tu mano es tomarte un millón de pastillas y tumbarte en la cama… y esperar medio drogada a que las horas vayan pasando. Y pasan lentas, os lo aseguro. No puedes ni pensar con claridad.

Y en medio de todo eso hay un atisbo de alivio emocional: el sentirte acompañada. La cantidad de mensajes a través de redes sociales o el dichoso whattsapp; una llamada inesperada haciéndote reír (todo un logro, hay que decirlo).

Al final, la vida es eso, sentirte acompañada; arropada. En los buenos y en los malos momentos; eso es estar para alguien que te importa. Y en ese sentido puedo sentirme muy afortunada.

Y en otro sentido también lo soy. No son muchos los que pueden decir que llegas al trabajo después de estar de baja y te reciben con abrazos… En mi caso niños y adultos. Y sí, por si os lo preguntáis, me hicieron llorar. Sentir que tus compañeros y alumnos te han echado de menos durante tu ausencia y se alegran tanto de volver a verte… no tiene precio. No se puede explicar con palabras la gratitud que sientes al abrir la puerta de clase y te reciban gritando tu nombre y levantarse corriendo a abrazarte. No hay palabras. Es pura emoción.

Soy muy afortunada, en muchos sentidos. Sólo espero que no se me olvide jamás. Mi profesión es un regalo.

Aunque el proceso para mi curación va a ser largo sé que no estoy sola y siempre habrá alguien que me regale un mensaje, una llamada o una simple sonrisa.

Gracias.

SGS

Cuando crees que no puedes más…

fuerza

Cuando crees que no puedes más y piensas que vas a caer; cuando caes y crees que no vas a poder remontar…cambia el chip. Al final cada uno tiene su vida, te acompañarán, claro está – o no-, pero el hecho de levantarte de nuevo es tu responsabilidad.

El hecho de sentirte bien, feliz, triste, melancólico o derrotado no es culpa ni responsabilidad de nadie.

No podemos darle ese poder a nadie; sería demasiado poder, ¿no?

Así que si caes, levántate sin más. Aguanta el dolor, deja que te rodee, que te envuelva, pero vuelve a levantarte tú. Así el mérito será tuyo y podrás decir que caíste y te volviste a levantar.

Y en el camino recuerda quién estuvo; a quién le pediste ayuda y acudió, a quién no le pediste ayuda y no acudió y a quién acudió porque intuyó que lo necesitabas.

Recordar es la clave.

Siempre.

SGS